Una palabra es el pensamiento
que renueva la noche en vela;
en el silencio de la noche
el negro lienzo del techo
dejará calmoso al descubierto
la claridad de un nuevo
y desbordante día.
Las imprecisiones del tiempo
alterarán los recuerdos
que no desean ser estancados,
los ojos aprueban el amanecer
que eclosiona tras los libros,
donde la tinta formaba imperfectas
las siluetas que las voces ocultas
acercaban estruendosas a los oídos.
No es necesaria la impetuosa niebla
para perder en las sinuosidades la confusión
de la noción de amor, ni la sensación de cierto abandono,
ya están las ausencias para llenar ese hueco.
Me pertenecen innumerables recuerdos,
míos los siento en cada evocación, y
sé que solo yo los mantengo,
siendo quizá mi compañía más fiel.
En cada pliegue de sol palpita la vida,
me anima esta insistencia
que desagravia en ligeras recompensas
debilidades y arrugas, contrariedades y angustias
que acompañan al transitar del momento.
Me atrae poderosamente la montaña,
esa fuerza abrupta y exigente
que me reconoce en los pasos
en las informes remontadas
en las enérgicas inspiraciones
y que me permite bajadas
más allá de los hundimientos.
Quisiera dejar en la palabra
la renovación del pensamiento…
© José Luis
Persigo rastros, hostigo pistas... a través de palabras, fotografías e imágenes mientras camino...
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