Renúevase el aire,
profundicen los gases la atmósfera
y ríase la tierra con las cosquillas
del brebaje;
parece que cuando se necesita
la esperanza se vuelve
como se vuelve el agua
en el recorrer
de recovecos pendientes.
Los senderos infrecuentes y sonoros
escapan de los verdes pies empedrados
mientras la bruma se agita y se aquieta,
sístole del abismo y mi alegría,
diástole tenue que crece como pueriles troncos
que vacilan en la madrugada su crecer fluido.
Hilos de plata componen las piedras
pareciera un distraído y afanoso sastre;
desiguales trazos a derecha e izquierda
entretejen la distancia de un ayer y el ahora...
Penélope en su demudada espera
viendo acrecentar su incertidumbre
y enmarañada demora.
El día avanza en mis pasos,
el suelo almohadillado me acompasa
y el rumor sorprende al apacible paisaje
que con los ojos cerrados
el esparcimiento se inventa.
Río, suena y sonríe en mis labios,
déjame acuosa en el beso
la trémula y glauca mañana.
© José Luis
profundicen los gases la atmósfera
y ríase la tierra con las cosquillas
del brebaje;
parece que cuando se necesita
la esperanza se vuelve
como se vuelve el agua
en el recorrer
de recovecos pendientes.
Los senderos infrecuentes y sonoros
escapan de los verdes pies empedrados
mientras la bruma se agita y se aquieta,
sístole del abismo y mi alegría,
diástole tenue que crece como pueriles troncos
que vacilan en la madrugada su crecer fluido.
Hilos de plata componen las piedras
pareciera un distraído y afanoso sastre;
desiguales trazos a derecha e izquierda
entretejen la distancia de un ayer y el ahora...
Penélope en su demudada espera
viendo acrecentar su incertidumbre
y enmarañada demora.
El día avanza en mis pasos,
el suelo almohadillado me acompasa
y el rumor sorprende al apacible paisaje
que con los ojos cerrados
el esparcimiento se inventa.
Río, suena y sonríe en mis labios,
déjame acuosa en el beso
la trémula y glauca mañana.
© José Luis
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