lunes, 3 de septiembre de 2018

Con el llamar de la aldaba


  
Ante la puerta
cerrada
una cara fiera
ofrece la llamada.
  
Ha soportado la pintura
inclemencias y trancazos,
piel de entrada a la intimidad
(ah, de la casa)
que ofrece todo hogar
cuando el amigo o forastero
(ah, de la casa)
en sus pasos avanza
por eso,
el llamador o aldaba
vigilante
avisa a la entrada.
  
El tiempo
la edad
arrasa la piel
en acumuladas capas,
ese aspecto antiguo, bronco,
desgastado y rancio
va dejando su paso
al silencio y la ausencia
(ah, de la casa)
sus moradores ya
la visita no aguardan
(aunque se oye un arrastrar de pies)
porque las vivencias de recuerdos
ensimismados en un mar de fondo
esconde los sonidos
que se abandonan en la aldaba
(ah, de la casa).
  
Casas de abuelos
hogares de infancia
escaleras de madera
alcobas de muñecas
(ah, de la casa)
y ahora
con la aldaba en su llamar
el pasado se rasga.
  
© José Luis

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