La primera vez que monté en un avión (nervios aparte) fue para ir a Nyborg, una pequeña localidad en una de las isletas de Dinamarca.
La emoción del viaje por el aire se vio aumentada por la escultura de la Little Mermaid en las aguas de Copenague.
Recuerdo lo pronto que me sorprendió la noche y lo que me costó encontrarla:
Menos mal que tengo esta foto, de lo contrario pensaría que fue un sueño (nunca había viajado a tanta distancia de casa).
A la hora de la vuelta, cómo no, se olvida que no llevas nada para la familia y, ya en el aeropuerto puillas lo que puedas:
Al menos algo dulce de Michelsen Chokolade.
Ah, menos mal que hay documentos gráficos...
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