Dónde la tranquilidad reside,
de la mente el descanso dónde,
el alivio del pensamiento,
no el no querer pensar
sino ese momento de parálisis
que nos invade
e incauta.
Una simple alcoba pueder ser la pausa,
el hueco en un muro impertérrito,
desde donde se extiende la mirada,
la tranquilidad que sea estado
que domine el horizonte,
perspectiva perenne en el encuentro
con uno mismo.
Una mano en su confor,
sangre caliente,
que a la sabandija dé cobijo
y se tienda efectivo en puente
hacia el sosiego del tumulto
que la vida es a veces.
Protegido, desde la cuna a la muerte,
el hombre satisface al destino,
aunque con certeza no sepa
dónde va o ha ido,
aires de tranquilidad cortejan
la incertidumbre
de haber sido.
© José Luis