De pequeño, un día de cumpleaños no era tal,
por supuesto
si no había regalos;
pero además era imprescindible la tarta
con las velas encendidas
y los carrillos repletos de aire
esperando el final del "Cumpleaños feliz"
para explosionar la alegría.
Con el paso del tiempo la visión cambia
se hace caleidoscópica
menos espontánea
y más dado al devenir de la experiencia.
Aun así, aunque no es el momento,
me gusta recordar el sabor
del pasado
para entretejerlo entre recuerdos
y nuevas realidades.
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