jueves, 31 de octubre de 2019

Hoy treinta y uno


¿Qué camino no conduce a algún final?
¿Sobre uno mismo...
cuántas vueltas no se habrán dado?
  
Cabalgando sobre el tiempo
los lomos de la audacia se encabritan
y saltan los plomos del abismo...
Todo está más cerca
cuanto más te alejas.
  
La ilusión trepa por el dorso
de un lobo que acorta escarlata
la actualidad de los embustes
perturbando el aroma del presente
en un sueño sin final,
en un principio sin meta ni evasiva.
  
Me interroga una esperanza
que no tiene respuesta
y mis dientes
que sujetaban mi mortalidad
la dejan escapar con una baliza
de caminos y revueltas
jamás
desentrañados por nadie.
  
El cielo no se sujeta con un silencio
ni con una palabra se negocia
el éxodo del sol,
porque unos planetas no se quejen
el azar no puede comprometer
la atracción de las gaviotas
en su ansia de libertad,
ni enredarse
una balada de amor
perdida
entre los atardeceres del otoño
al abrigo
de una mesa camilla.
  
La alegría me envuelve
en sedas espaciosas y aromáticas
mientras mi cabeza se inclina en vueltas
aparentando descifrar del laberinto
su nacimiento.
  
Final del día...
sombras se ciernen sobre la ventana
que la luz refleja
mis palabras en la pantalla encabritada,
¿te acuerdas de mí?
 
Desaparecen las teclas...

© José Luis

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