Sonidos y palabras anegan la estancia
a esta hora imaginativa del reposo,
mis percepciones entrecruzan la música
entre imágenes y puntadas de ideas libres.
Rondan las cuerdas frágiles notas del violín
en el torrente de acústicas revelaciones,
las teclas apaciblemente pulsadas se hunden
en apacible paz y atrevidas impresiones.
Melodiosa voz femenina modula la luz,
se ha ido azuladamente apagando el día
dejando los anaranjados puntos de luz
en los bordes cristalinos de la ventana.
La noche no trae el frescor noctámbulo,
pesadamente el calor avasalla la estancia
blanquecina, aletargada, suspirosa…
en cada exhalar el pecho desahoga
los latidos, siento el temblar de la sangre
que reiteradamente vivifica mi cuerpo.
El compás marcado con el vaivén mis pies
me devuelve a la realidad del entorno,
despido a las letras del teclado, me oculto
en la tenue sombra alargada en la pared
alargando la placidez de este momento.
© José Luis
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